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jueves, 3 de julio de 2014

Contaminantes en mina de España se reducen tras catástrofe


Disminuye presencia de contaminantes, tras desastre ambiental en mina española. Archivos Departamento de edafología y química agrícola.

Después de 16 años de la tragedia ecológica de la mina de Aznalcóllar (Sevilla), investigadores de la Universidad Nacional en Palmira evidenciaron que, a pesar de seguir encontrando metales tóxicos, las estrategias para mitigarlos han funcionado.


Los expertos de la U.N. llegaron hasta ese lugar del sur de España para evaluar el comportamiento de elementos nocivos como Arsénico (As), Cobre (Cu), Plomo (Pb) y Cinc (Zn), en los suelos afectados por el vertido de la mina de Aznalcóllar en 1998.

Margarita María Sarria, magíster en Ciencias Agrarias de la U.N. Sede Palmira, explica que los propósitos eran establecer la influencia de las propiedades de los suelos sobre la movilidad de estos elementos químicos a los diez años de ocurrido el accidente; comparar la eficacia de las medidas de remediación realizadas para disminuir la contaminación; y evaluar la toxicidad, mediante bioensayos con Lactuca sativa (lechuga) y una bacteria llamada Vibrio fischeri.

Investigadores de la U.N. en Palmira llegaron hasta ese lugar para evaluar el comportamiento de algunos elementos nocivos.

La investigadora, orientada por el profesor Luis Enrique Cortés de la Facultad de Ingeniería y Administración de la sede, realizó el estudio en tres perfiles de suelos: contaminado (el cual contenía una capa de lodo superficial), remediado y no contaminado (no afectado por el vertido), en el sector “Puente de las Doblas”.

“Se determinaron propiedades fisicoquímicas y el contenido de metales pesados totales, solubles y biodisponibles. Además, se realizaron bioensayos para evaluar la toxicidad generada por los metales pesados en la fase soluble”, dice la experta.

Los resultados del estudio mostraron que el suelo remediado presenta propiedades similares al no afectado por el vertimiento, con una reducción en el contenido de metales totales, los cuales no superan el nivel crítico para parques naturales y zonas forestales, establecido por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en 1999.

Sin embargo, se presentaron problemas con el cobre y el cinc en la fase soluble, pues sus contenidos fueron superiores a los permitidos.

“Las medidas de remediación fueron eficaces en la disminución de todos los metales solubles, ya que no presentaron diferencias significativas con suelo no afectado. Las enmiendas orgánicas utilizadas redujeron las concentraciones de mezclas perjudiciales, mientras que las inorgánicas disminuyeron las concentraciones totales de todos los metales solubles”, dice la experta.

No obstante, se recomienda continuar con la realización de seguimientos periódicos, con el fin de evaluar la evolución y dispersión potencial de la toxicidad detectada en los suelos recuperados, así como realizar las actuaciones necesarias para la recuperación ambiental.

Catástrofe sin responsables

Durante la madrugada del 25 de abril de 1998, una balsa con residuos de metales pesados, provenientes de una mina de pirita (mineral del grupo de los sulfuros), propiedad de la empresa sueca Boliden-Apirsa situada en la localidad de Aznalcóllar, se rompió por dos de sus lados y liberó una gran cantidad de líquidos con alta acidez y toxicidad.

Dicho vertimiento llegó rápidamente al río Guadiamar, que fluye hacia el Parque Natural de Doñana, uno de los más importantes del país ibérico; posteriormente, el derramamiento fue desviado al mar.

Luego de varios años de esa catástrofe y sin que se tenga todavía conocimiento del responsable directo, varias administraciones públicas invirtieron millones de euros en la disminución de la contaminación en la zona.

Con la ruptura de la balsa, se vertieron seis millones de metros cúbicos de residuos, de los cuales cuatro millones eran aguas ácidas cargadas de metales pesados, procedentes de la actividad minera.

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