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martes, 22 de agosto de 2017

En el Petronio, trabajo es lo que hay: Emilse Riascos

Sin pensarlo dos veces, la vendedora ambulante de jugos, gaseosas, agua, cerveza y mecato, Emilse del Pilar Riascos Ampudia, muestra un fajo de billetes que sacó del delantal, producto de las ventas que obtuvo desde el primer día que empezó el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.

“Mire, mijo. Acabo de contar. Aquí hay $4 millones 885 mil pesos en efectivo. Casi $5 millones. Me los hice sudando, desde las 6:00 de la mañana hasta las 12:00 de la noche y a veces hasta la 1:00 de la mañana del otro día, todos los días, desde el miércoles 16 hasta hoy lunes 21. Estos seis ‘tibungos’ mantenían repletos de líquido para vender. Y la chaza, la surtíamos por las tardes. Mi hija dormía y yo vendía. Luego nos turnábamos, pero el punto nunca estuvo solo”, dice Emilse del Pilar.

¿Y sabe por qué nos fue bien? -pregunta Emilse del Pilar- y ella misma se responde: “Porque en el Petronio hay trabajo para todo el mundo. El que no quiera trabajar es un vago, pues por aquí pasa más gente que en la Feria de Cali. ¿Y sabe? Se vende más en Petronio porque los negros son buenos compradores, en cambio en Feria mucho ‘blanquito’ se cree de mejor familia porque viene a ver los toros y se les caen las uñitas si compran en la calle. Esos, a la larga, mantienen más arrancados que uno.

Cuenta que sus casi $5 millones son pulpitos, la ganancia que tuvo, porque ya pagó todo el surtido y eso fue lo que quedó. Sólo se gastó lo de las comidas para ella y su hija, pues el negocio lo tiene afuera de su casa, en un ranchito de latas frente a la Plaza de Toros de Cañaveralejo. Ni transporte paga. Y juntó el billete de los cinco días de trabajo con un solo propósito: irse para Costa Rica a visitar a su hijo Emmanuel y conocer su nieta, Nicole, quien tiene dos meses de nacida.

Pero no solo ella habla bellezas del Festival Petronio Álvarez. Madres cabeza de hogar como Mariela Andrade, Jessica Vivas y Josselin Tatiana Muñoz y jóvenes estudiantes como Felipe Ocampo y Andrés López, agradecen a la organización del evento que les haya dado trabajo.

Ellos hacen parte de los 780 trabajadores directos y 300 indirectos que contrató el Petronio para apoyo en seguridad, logística y acceso, siendo la gran mayoría madres y jóvenes de las comunas 19 y 20 miembros de la Fundación Sidoc, a quienes se les hizo el contrato con todas las garantías legales como afiliación a la aseguradora de riesgos (ARL) y condiciones dignas de trabajo. El 60% del empleo fue para madres solteras y madres cabezas de hogar y el 40% para jóvenes estudiantes y jóvenes en proceso de resocialización.

Al respecto la madre cabeza de familia, Mariela Andrade, dice: “Este trabajo es una bendición de Dios. Gracias a él podemos sostener a nuestros hijos y nos sentimos activas, pues a mí no me discriminaron por la edad sino que se fijaron en mi capacidad de trabajo”. Por su parte, Andrés López asegura que si no fuera porque lo tuvieron en cuenta para trabajar, estuviera con el parche calentando un andén en el barrio El Cortijo.

Otros beneficiados con el XXI Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, fueron el taxista Juan Manuel Castaño y el jardinero Luis Carlos González. El primero maneja el taxi VTN 805 lateral 1039 de Taxis Libres y dice que las noches fueron de ‘mucho boleo’, pues en un momentico hizo lo de la entrega, le quedó para tanquear y lavar el amarillito.

Mientras que Luis Carlos vio cómo en horas de la tarde se triplicaron las ventas en el Vivero Eustaquio Palacios. “Aquí entró un mundo de gente. Creo que llevaban anturios, cartuchos, orquídeas, claveles y otras flores, para decorar los puestos o de pronto para sus casas, pues la gente pasaba y se quedaba mirando, luego se devolvían y compraban. Una sola señora arrimó en una camioneta y se llevó como 10 matas. Deberían hacer ese Petronio cada 15 días”, dice a manera de broma, mientras atiende a una pareja de extranjeros, que va para El Petronio.

Por: William López Arango

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