Foto: cortes铆a
¿C贸mo se calcula el consumo mensual de su hogar? M谩s de 700 personas tienen la tarea de leer lo que dicen los medidores de agua, gas y energ铆a.
Todos los d铆as, a las 6:30 de la ma帽ana, aproximadamente 320 personas se encuentran en distintos lugares del 脕rea Metropolitana para iniciar una jornada clave en el ciclo de la prestaci贸n de servicios p煤blicos domiciliarios. Visten trajes caquis con granate y est谩n dotados de una TPL, que es una minicomputadora parecida a un celular grueso y pesado donde registran las lecturas que hacen durante el d铆a para que EPM les cobre a sus usuarios una tarifa acorde con sus consumos.
Se trata de los lectores de medidores de servicios p煤blicos. Seg煤n Didier Ruiz, jefe de la unidad de educaci贸n a clientes y comunidad de EPM, en Antioquia son m谩s de 700 las personas que se dedican a esta labor. Estas personas (el 95 % de ellos son hombres j贸venes) mes tras mes leen cada uno de los contadores instalados en los hogares, un trabajo en el que se enfrentan a peligros sociales y naturales.
Tienen dificultades tan simples como que el medidor est茅 tapado por la arena de una construcci贸n o que al abrirlo se encuentren una serpiente o un enjambre de abejas, as铆 como otras m谩s complejas que implican violencia y amenazas. “En ciertos territorios no est谩n interesados en que EPM lea los medidores”, dice Ruiz. Esto va desde personas que quieren evitar la lectura y “les sueltan perros, les salen con machete, les tiran orina o agua caliente”, hasta las restricciones por el control territorial por parte de grupos delincuenciales que controlan algunos territorios.
Sin embargo, Ruiz aclara que estos casos “son espor谩dicos, pero se presentan”, pues “EPM goza de un aprecio importante de parte de la comunidad y a nivel general el proceso se lleva a cabo de forma fluida”. Cuando se presentan esos casos, dice, EPM acude a las alternativas contempladas en la ley y al acompa帽amiento social con el que se acercan a las comunidades.
Aun as铆, enfrentan cr铆ticas de algunos usuarios debido a la falta de comprensi贸n sobre esta labor, pues la lectura es un proceso r谩pido, por lo que la gente dice que “el lector ni siquiera mir贸”. Ruiz aclara que son personas que se vuelven expertas en sacar adelante cientos de mediciones diarias. En las zonas dispersas, debido a los trayectos entre hogares, el promedio de lecturas diarias es de 75, mientras que en las zonas urbanas pueden ser entre 700 y 800 lecturas diarias, pues no es lo mismo hacerlo en un conjunto de edificios que en un barrio de casas unifamiliares.
Foto: cortes铆a
Jos茅 Antonio Moreno, gestor t茅cnico del contrato con el operador Bureau Veritas, empresa que contrata a los lectores desde marzo de 2021, cuenta que esas personas tambi茅n tienen la tarea de distribuir las facturas. Adem谩s, por fuera del 脕rea Metropolitana tienen funciones t茅cnicas como suspensiones, reconexiones y reparaciones.
Moreno cuenta que los lectores reciben capacitaci贸n de Bureau Veritas antes de comenzar a trabajar en campo, pues deben saber manejar la TPL. Esta herramienta le da confiabilidad a su trabajo porque env铆a alertas cuando los consumos registrados se salen del rango promedio de los seis meses anteriores, lo que asegura que se verifique la lectura y, en caso de persistir, se le notifique a los usuarios.
Para 茅l, la importancia de esta labor se explica porque “permite que se le facture a cada cliente el consumo real registrado en cada uno de sus medidores de energ铆a, gas y acueducto”. Agrega que “si el trabajo que hacen los lectores es confiable para el cliente, hace el pago con toda la tranquilidad”.
Las jornadas de los lectores duran ocho horas, en las que deben cubrir toda la zona que les es asignada, reportar los resultados a sus supervisores y avisar de cualquier dificultad que hayan tenido durante el d铆a para mejorar el servicio. Aunque la automatizaci贸n de lecturas, sobre todo en el servicio de energ铆a, tiende a que este oficio desaparezca en el largo plazo, por ahora sigue siendo fundamental para que las empresas de servicios p煤blicos sean sostenibles.