Con la puntualidad de un reloj suizo y bajo un sol radiante, el sábado 2 de agosto se realizó la edición número 36 del tradicional Desfile de Silleteritos del barrio La Floresta, en Medellín. Un evento que, más allá de la vistosidad de las silletas y los trajes típicos, representa un emotivo homenaje a la cultura silletera de Santa Elena, transmitida a las nuevas generaciones.
Cerca de 2.200 niños y niñas, desde bebés en etapa de caminadores hasta adolescentes de 14 años, recorrieron 20 cuadras con entusiasmo y orgullo. La jornada inició desde la Institución Educativa Concejo de Medellín, donde al ritmo de la música y con el aliento del público, desfilaron acompañados por aplausos, risas y expresiones de admiración de vecinos y visitantes que colmaban balcones y andenes.
El evento contó con la participación de 44 instituciones de Medellín, el Área Metropolitana y subregiones de Antioquia como Valdivia, Mutatá, San Pedro de los Milagros, El Retiro y El Peñol. Incluso niños del extranjero se sumaron al grupo “Los Retoños”, que permite a visitantes integrarse a esta tradición.
Organizado desde hace 15 años por el Comité de Participación Ciudadana, y reconocido oficialmente por el Acuerdo 23 de 1996 del Concejo de Medellín, el desfile no solo se ha mantenido vigente, sino que se ha fortalecido como una plataforma cultural y formativa. "Más que vestirnos de silleteros, queremos que los niños comprendan que están rindiendo homenaje a los hombres y mujeres que labraron nuestra cultura", expresó Olga Patricia Giraldo Mora, representante legal del Comité.
El Jardín Infantil Notas y Colores, que originó este sueño en 1988, encabezó el desfile celebrando sus 45 años de labor educativa. Entre música, flores y silletas con productos locales, los niños de Mutatá y Valdivia se destacaron por su entusiasmo, a pesar de las dificultades sociales que viven en sus territorios. "Aquí se entretienen y su mente está lejos de la violencia", dijo Esneider Andrés Sehuanes Rocha, párroco del Raudal en Valdivia.
El cierre del evento tuvo lugar en el parque de La Floresta, donde la nostalgia y la gratitud envolvieron a quienes han hecho parte de esta historia desde sus inicios. Padres, abuelos y antiguos participantes se reencontraron para celebrar un legado que sigue floreciendo año tras año, llevando alegría, identidad y sentido de pertenencia a las nuevas generaciones.
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