A medida que crece la práctica de alimentar aves en balcones y ventanas, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, a través de su Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de fauna silvestre (CAVR), urge a los ciudadanos a cesar esta actividad por los riesgos que implica tanto para las aves como para la salud pública.
Según Andrés Gómez Higuita, supervisor del CAVR, este hábito, aunque bienintencionado, puede tener efectos nocivos en la salud de las aves silvestres, como guacamayas y loros, que tienen necesidades nutricionales específicas. "Al alimentar a estas aves, interrumpimos su capacidad natural para buscar comida y dispersar semillas, afectando la biodiversidad y el equilibrio ecológico de nuestro territorio metropolitano", explicó Gómez Higuita.
La alimentación inadecuada puede provocar en las aves problemas como obesidad, malnutrición, y trastornos gastrointestinales, lo que debilita su sistema inmunológico y aumenta su susceptibilidad a enfermedades y predadores. Además, el contacto humano con estas aves puede aumentar el riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas, como la Chlamydia psitacosis, que puede causar problemas respiratorios graves y otras complicaciones de salud en humanos.
El acto de alimentar aves también puede llevar a comportamientos agresivos por parte de estas, que poseen picos fuertes y pueden causar lesiones significativas, especialmente si se sienten amenazadas.
El CAVR, en colaboración con la Universidad CES, promueve la educación y concienciación sobre la importancia de respetar los hábitos naturales de las aves y evitar prácticas que puedan poner en peligro su bienestar y el de la comunidad.
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