En una soleada mañana de sábado, Medellín despertó con el rugir de motores antiguos. El 10 de agosto de 2024, la ciudad se convirtió en un museo rodante, donde las joyas automotrices del pasado cobraron vida en la edición 27 del Desfile de Autos Clásicos y Antiguos, un evento emblemático de la Feria de las Flores. Desde tempranas horas, las calles se llenaron de familias, turistas y aficionados que buscaban un lugar privilegiado para admirar el desfile que partió de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) con destino a la Universidad Eafit.
El desfile no solo era una exhibición de autos; era un viaje al pasado. Entre los más destacados, el Ford Phaeton clase A de 1928 rodaba majestuoso, conducido por Andrés Zapata, un abogado de Pereira, acompañado de su esposa, María Isabel Quintero. Este vehículo, uno de los más antiguos del evento, había sido traído desde Pereira en una cama baja, y su historia familiar le añadía un toque especial. "Me gustan los vehículos antiguos porque son parte de la historia", comentó Andrés, mientras que María Isabel, con nerviosismo, confesaba que le daba miedo conducirlo debido a su timón al lado derecho, una particularidad inglesa.
El desfile avanzaba con un sol radiante que resaltaba el brillo de cada vehículo. Un Willys CJ3B de 1954, rescatado del olvido por el médico Franco Montúfar, llamó la atención de todos. Este neumólogo e infectólogo, orgulloso de su adquisición, reveló que lo compró por solo cuatro millones de pesos hace ocho años, y tras una ardua restauración, lo mostraba con orgullo junto a su esposa, Yoldy Pantoja, médica del trabajo. "Me gustan los carros antiguos y les cogí más amor por mi esposo", dijo Yoldy, mientras recordaba a los ancestros en las fincas con este tipo de vehículos.
El recorrido continuó por las avenidas más emblemáticas de Medellín, desde la Autopista Sur hasta la Avenida Regional, donde miles de espectadores vibraban con cada carro que pasaba. Viviana Sierra y su hijo Luis David, fascinados por los autos clásicos, bajaron desde Villa Hermosa para no perderse ningún detalle. Marta Vargas, una turista de Bucaramanga, se unió a la multitud por primera vez, atraída por la fama del desfile. "Es un símbolo de Medellín", comentó mientras veía pasar un Ford T de 1924, el más antiguo del evento, rodeado de carros que abarcaban décadas de historia, desde los años 20 hasta los 80.
A medida que el desfile avanzaba, la alegría se mezclaba con la nostalgia. El joven piloto antioqueño Pedro Juan Moreno, de 17 años, condujo un Triumph TR2 blanco con azul de 1955, una versión de carreras que fue la delicia de los aficionados al automovilismo. "Es parte de la historia del automovilismo", dijo emocionado, participando por primera vez en este icónico evento.
Finalmente, después de varias horas, el desfile llegó a su destino en Eafit, dejando tras de sí una estela de sonrisas, recuerdos y el sonido de motores que, por un día, volvieron a ser los protagonistas en las calles de Medellín.