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miércoles, 15 de junio de 2016

Cómo América Latina puede ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Solar panels of local mining company CAP, which were installed by SunEdison, are seen in the Atacama Desert

Image: REUTERS/Fabian Andres Cambero

Escrito por Alicia Bárcena

Tanto la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, con sus 17 Objetivos[1], como el Acuerdo de París sobre el cambio climático, aprobados por la comunidad internacional en 2015, constituyen hitos que han mostrado claramente que los patrones dominantes de desarrollo resultan inviables desde el punto de vista de las tres dimensiones del desarrollo sostenible —económica, social y ambiental— y, por lo tanto, ponen en peligro el futuro de la humanidad.  Se pueden señalar tres grandes tendencias. La economía mundial sigue atrapada en un sesgo recesivo asociado a la contracción del crecimiento del producto y de los flujos comerciales, así como a un desacoplamiento creciente entre el sistema financiero y la economía real. El deterioro de los datos mundiales y nacionales de desigualdad plantea una grave amenaza para la cohesión social y política entre las distintas sociedades y en el interior de cada una de ellas. Finalmente, la degradación ambiental irreversible y los efectos del cambio climático han alcanzado niveles potencialmente desastrosos, con consecuencias directas para el planeta, tanto por la pérdida de biodiversidad y medios de subsistencia como por la generación de nuevos conflictos.

Además, estas tendencias tienen lugar en un mundo caracterizado por cambios tectónicos. La emergencia de China como potencia mundial está redefiniendo las estrategias internacionales en el ámbito económico y en el comercial, como muestran, por ejemplo, la negociación de acuerdos megarregionales y el impulso hacia la integración regional. La cuarta revolución industrial, que fue el tema principal de la reunión anual del Foro Económico Mundial celebrada a comienzos de 2016 en Davos (Suiza), requiere que los actores sociales aprovechen de manera conjunta el poder de la economía digital, la tecnología y los macrodatos, siendo conscientes del tremendo impacto que tendrán en el mundo del trabajo. La transición demográfica en curso, que implica un menor crecimiento demográfico, el rápido envejecimiento de la población y altas tasas de migración Sur-Norte, también está en el centro de la agenda política.

En este contexto, se puede decir que América Latina y el Caribe, una región formada en su mayor parte por países de renta media, se encuentra en una encrucijada. En el contexto de la actual desaceleración económica, la región debe tomar medidas urgentes para evitar la aparición de retrasos aún mayores con respecto a los países industrializados y a las partes más dinámicas del mundo en desarrollo en términos de crecimiento y productividad, al mismo tiempo que preserva los significativos logros sociales conseguidos durante el llamado superciclo de los productos básicos, que ha llegado a su fin.

Los países de la región han mostrado un grado extraordinario de compromiso con el desarrollo sostenible en su amplia participación en el proceso de formulación y aprobación de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ahora, deben demostrar su capacidad de tomar la iniciativa en la puesta en práctica de esta visión. El nuevo documento de posición de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo sostenible, presentado y analizado con los encargados de tomar decisiones de la región en el trigésimo sexto período de sesiones de la CEPAL en mayo de 2016, ofrece elementos clave para definir estrategias orientadas a lograr un cambio estructural progresivo y centradas en un gran impulso ambiental hasta 2030.

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