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miércoles, 27 de diciembre de 2017

Turistas y caleños vieron la cara amable de Cali en el Salsódromo

“Mí no creer que ser tan ‘gut’ esto. Yo no bailar así. Quiebro un hueso” decían emocionados Dirk Breutemann y Kai Schneider, dos alemanes que vinieron por primera vez a Colombia para vivir en Cali y en carne propia, cómo se baila la salsa en la sucursal del cielo.

La invitación que les hiciera la caleñísima Paola Narváez a la gradería N° 22 del Salsódromo de Cali fue para ellos el mejor regalo de navidad y año nuevo que jamás les dieron. Algo que les sorprendió fue la amabilidad de la gente, la forma como los trataban, cómo querían hablarles a través de señas y el orgullo de tomarse una foto con los monos de dos metros.

Estaban en primera fila. Llegaron a las 2:00 de la tarde a coger puesto, a sabiendas que el espectáculo empezaba a las 6:00. Nueve filas más arriba, allá en la cúspide de la gradería, el grupo de la Cámara de Comercio de Cali ponía la nota amena con aplausos y vivas a la Feria de Cali. Esteban Piedrahíta y Lina Sinisterra levantaban las manos y bailaban al son de los acordes de Guayacán, Andy Montañez y demás carrozas que cargaban con el sabor de los ritmos afrocaribeños y antillanos.

En mitad del jolgorio y en la misma tarima, una pareja de Buenaventura causó sensación. No por ellos, sino por sus hijas y sobrinas. Cuatro divinas morochitas de 7, 10 y 12 añitos, fungiendo de modelos, posando ante las cámaras con sonrisa arrolladora y personalidad extrema, se ganaron los aplausos y la admiración de todos los que pasaban.

Y es que eso no se ve sino en Cali. Una ciudad diversa, cálida, acogedora, donde extranjeros, paisanos y anfitriones comparten en un mismo espacio alrededor de un ritmo africano que le dio la vuelta al mundo con pachangas, charangas, sones, boleros, guaracha y guaguancó, que terminaron en un cóctel explosivo de rumba y sabor llamado ‘Salsa’ que nació en Cali, creció en Cali y se inmortalizó en Cali.

Pero en el Salsódromo de la Feria de Cali hay algo más sorprendente. Y es que la euforia, el goce y la diversión, no se desbordan. No hay peleas, todos son amigos, se respetan, comparten y disfrutan aún bajo la lluvia. Un síntoma más de que la cultura ciudadana, el rescate del civismo y la inclusión social promovida por la Administración del alcalde Maurice Armitage, están haciendo escuela.

Por: William López Arango

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