"Hemos erigido un proyecto que es el Festival de Poesía de Medellín. Frente a la cultura de la muerte nosotros creamos una cultura poética, una cultura de la transformación espiritual y de la ciudad", esas fueron las palabras del poeta Fernando Rendón, fundador de la Revista Prometeo y del Festival de Poesía de Medellín, en la inauguración de la vigesimosexta edición de este encuentro literario.
"Abrirnos a esta verdadera universalidad, que no es la presunta globalización, para mí tan provinciana y limitada, si no, a la verdadera universalidad, a la que contribuye la poesía", dice la poeta argentina Gabriela Maturo. "Mi papá me ha enseñado que a través de la palabra podemos transformar y decir todo lo que queremos decir", decía la joven poeta Gunnara Izquierdo (Colombia). Ambas poetas se refieren a la palabra poesía, de la que mucho se habló en el lanzamiento del Festival acompañado de gran parte de los 110 invitados de 36 países a la capital antioqueña.
Al igual que de poesía, una preocupación constante que atravesó este primer momento fue la preocupación por un evento de este nivel en una ciudad como Medellín. El escritor colombiano Pablo Montoya, quien acaba de recibir el Premio Rómulo Gallegos, también se refirió a Medellín como una “ciudad llena de luminosidad, pero vapuleada por el mal y estremecida por la oscuridad”. Y por esto también hablaba de las misiones de los escritores: cantar la vida y hundir el dedo en la llaga de esa “oscuridad permanente”. Y durante estos 8 días Medellín no será ajeno a este escenario, celebrando la vida, la paz y propiciando ambientes de reconciliación y cambio, apuestas que siempre han sido estandartes del Festival.
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